Hoy soy la Paz de Dios, sano la mente entregándola a mi guía interno el Espíritu Santo, la memoria de Dios en mí, y así reconocer a mi verdadero ser, ¡El Cristo!
Hoy perdono todo y a todos, aceptando la felicidad que Dios dispone para mí y uniendo mi voluntad a la Suya reconozco que es la única voluntad que hay; por tanto yo soy su voluntad.
¡PADRE, hágase tu voluntad siempre!
Hoy vigilo mis pensamientos, los observo sin juicios y veo toda circunstancia como la escuela donde aprendo qué sanar en mi mente y no como castigo o premio de un destino.
Hoy soy responsable de lo que pienso, siento, percibo y experimento. Por lo tanto decido ver la inocencia más allá de la aparente culpa, dándome cuenta que en realidad no hay nada que perdonar, decido soltar todo pensamiento y creencia limitante de separación y especialismo, dándome cuenta que soy uno y que el mundo que veo es ilusorio, pues la separación en realidad nunca sucedió.
Hoy con frecuencia aquieto mi mente renunciando a mi propio plan y reconociendo que no se nada, que no hay tiempo ni espacio, suelto el miedo y todo control. ¡Me rindo!
Gracias Dios, porque ahora aceptando mi herencia natural me dejo guiar en mi regreso a casa: EL REINO DE LOS CIELOS… AMOR, PAZ, FELICIDAD, ABUNDANCIA, UNIDAD, PLENITUD, INFINIDAD, ETERNIDAD.
¡Hoy y siempre soy tal como DIOS me creo, soy UNO, soy TODO, soy AMOR, soy DIOS!
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