“Sueñas con un desierto, donde los espejismos te gobiernan y atormentan, y sin embargo esas imágenes vienen de ti. El Padre no creó el desierto, y tu hogar sigue estando con Él. Para regresar, perdona a tu hermano, porque sólo entonces te perdonas a ti mismo.” (DESAPARICIÓN DEL UNIVERSO)
PRIMER
PASO: Identificar la causa de nuestro sentir
y nuestra reacción.
Es
decir la causa de lo que nos desestabiliza, de lo que nos hace sufrir, llorar,
airarnos, resentirnos, experimentar conflicto, dolor, etc. Dichas reacciones son
debido a que creemos que estamos atrapados en un mundo de formas, en donde somos las
víctimas o los victimarios irremediablemente.
O sea creemos que la causa de nuestra angustia o incomodidad es externa, ya sea
que esté en nuestro cuerpo, otros cuerpos o en las situaciones con las que nos relacionamos.
Identificar
la causa significa la corrección de la percepción equivocada de la realidad, y
por ende el propósito del milagro se ha cumplido, el milagro (esa corrección) nos dice que la
causa de nuestro sentir y reacción está en la mente “errada”, que ha elegido al
sistema de pensamiento “ego como su guía en vez de al Espíritu Santo o al Ser.
En otras palabras, nos damos cuenta que la mente está soñando, proyectando o
representando los personajes, objetos y situaciones para poder ver nuestra culpa inconsciente fuera de nosotros. Esto nos
lleva al segundo paso.
SEGUNDO
PASO: Dejar ir, soltar, perdonar, desapegarnos
Aunque
somos responsables, no somos culpables. Y hay una gran diferencia entre
culpabilidad, que es miedo y responsabilidad,
que es poder. Como responsables, entonces podemos elegir de nuevo, o
sea, decidir perdonar, a las imágenes proyectadas y a la mente que es una sola y
está soñando o proyectando este mundo, que no es más que un efecto ilusorio, un
sueño. Por lo tanto si es una ilusión, en realidad nada ha sucedido, somos
inocentes, somos el santo e inocente Hijo de Dios, el Cristo. Cuando perdonamos dejamos ir, soltamos o damos; ya
que no podemos dar, entregar algo si no lo soltamos, sino nos desligamos,
desapegamos de lo que sea a lo que estamos apegados, por miedo a
perderlo. En realidad no hay nada que
perder porque no hay nada separado de nosotros, pues todos somos Uno. Entonces
lo aceptamos y sentimos lo que estamos sintiendo, sin interpretar, sin prestar
atención a lo que el “ego” diga,
califique, etiquete, sin hacer historias; solo sentimos y soltamos. No sabemos
porque estamos sintiendo eso, ni lo
vamos a averiguar; esto es sentir sintiendo (sin pensar) solo nos rendimos y lo
entregamos. No lo aceptamos con resignación o porque toca, eso es del “ego”, es
más de lo mismo, sino con confianza y gratitud
porque sabemos que lo que está sucediendo en el sueño es un regalo que nos está
mostrando, qué debemos sanar, qué obstáculos debemos salvar, pasar por encima o
por alto, para poder experimentar
nuestra herencia natural el Amor, la Paz y la Felicidad.
El
segundo paso es observar la negación del “ego” a la Verdad o al Amor, somos
conscientes de su intromisión, y en ese
momento se desvanece esa negación. Ahora el tercer paso ya está ahí, porque
simplemente ha estado esperando por nosotros. Eso es la pequeña dosis de
voluntad que se nos pide. No tenemos que hacer nada con el “ego” excepto observarlo
y decir no va más. Con este paso negamos la falsa percepción que tenemos de la
verdad. Y al hacer eso automáticamente sucede
el tercer paso.
TERCER
PASO Sanamos por la reinterpretación o
corrección del Espíritu Santo
En
los primeros dos pasos de este proceso requieren nuestra cooperación, en el
tercero no. No damos el tercer paso nosotros, solo lo aceptamos. Tampoco el
Espíritu Santo toma el tercer paso. El, es el Tercer paso. Ahora el
Espíritu Santo, el Yo Superior, el Ser,
el Cristo, el Maestro Interno que ha estado y hemos sido siempre, solo que no
éramos conscientes, reemplaza,
reinterpreta, reorienta, corrige, sana, esas imágenes que son proyectadas desde
el inconsciente. El Espíritu Santo, que es el la memoria de Dios en nosotros, reinstaura la Verdad o realidad
de lo que somos reemplazando todas las imágenes de pecado, de culpa, de terror,
de sufrimiento, de sacrificio, de victimización, de especialidad que creemos
ver en el mundo en general o en nuestro
circulo personal o más cercano, esas imágenes que ha proyectado la mente “errada”,
el sistema de pensamiento “ego” o “yo” falso, para sustituir al Amor que es lo
que en realidad somos. La Expiación o
función del Espíritu Santo es la total re-orientación de como pensar
sobre nosotros mismos, sobre el mundo y sobre nuestra convicción en el especialísimo; para darnos cuenta una vez más, que el mundo
del tiempo y el espacio no es más que un constructo, invención o fabricación de
nuestra imaginación, y por lo tanto no tiene sentido tratar de arreglarlo.
Esta
práctica del perdón la debemos hacer no solamente cuando nuestra paz se vea
amenazada, sino en todo momento, pues ella nos permite estar atentos de
nuestros pensamientos, sentimientos y proyecciones, es decir; a quién estamos siguiendo, si al Espíritu
Santo o al “ego”. Nos entrena a estar vigilantes, alertas, conscientes en cada
momento presente o instante santo, pudiendo así aprovechar nuestra experiencia
vital al ciento por ciento, sin dejarnos distraer de la mente errada incesante
y parlanchina.
Con
esta práctica tan increíblemente simple, pero que el sistema de pensamiento “ego” nos ha
hecho creer tan difícil. Es que garantizamos la experiencia de lo que Un curso
de Milagros llama, el sueño feliz, el estado previo al despertar, iluminación o
salvación. Recordemos, lo que hacemos en un desierto es salir de él, no
regarlo, ni arreglarlo. ¡Simplemente lo abandonamos! Y en el sueño, tampoco es
cambiarlo, ni mejorarlo. ¡Simplemente nos despertamos!
(Porción de mi libro ETERNAMENTE AHORA. Capítulo El Perdón)
Paz y Amor, siempre!
Erwin Griego Pizarro
Life Coach
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