Practicando el Perdón

4 may 2016


“Sueñas con un desierto, donde los espejismos te gobiernan y atormentan, y sin embargo esas imágenes vienen de ti. El Padre no creó el desierto, y tu hogar sigue estando con Él. Para regresar, perdona a tu hermano, porque sólo entonces te perdonas a ti mismo.” (DESAPARICIÓN DEL UNIVERSO)


PRIMER PASO: Identificar la causa de nuestro sentir  y nuestra reacción.

Es decir la causa de lo que nos desestabiliza, de lo que nos hace sufrir, llorar, airarnos, resentirnos, experimentar conflicto, dolor, etc. Dichas reacciones son debido a que creemos que estamos atrapados  en un mundo de formas, en donde somos las víctimas  o los victimarios irremediablemente. O sea creemos que la causa de nuestra angustia o incomodidad es externa, ya sea que esté en nuestro cuerpo, otros cuerpos o en las situaciones con las que  nos relacionamos.

Identificar la causa significa la corrección de la percepción equivocada de la realidad, y por ende el propósito del milagro se ha cumplido,  el milagro (esa corrección) nos dice que la causa de nuestro sentir y reacción está en la mente “errada”, que ha elegido al sistema de pensamiento “ego como su guía en vez de al Espíritu Santo o al Ser. En otras palabras, nos damos cuenta que la mente está soñando, proyectando o representando los personajes, objetos y situaciones para poder ver nuestra  culpa inconsciente fuera de nosotros. Esto nos lleva  al segundo paso.

SEGUNDO PASO: Dejar ir, soltar, perdonar, desapegarnos

Aunque somos responsables, no somos culpables. Y hay una gran diferencia entre culpabilidad, que es miedo y responsabilidad,  que es poder. Como responsables, entonces podemos elegir de nuevo, o sea, decidir perdonar, a las imágenes proyectadas y a la mente que es una sola y está soñando o proyectando este mundo, que no es más que un efecto ilusorio, un sueño. Por lo tanto si es una ilusión, en realidad nada ha sucedido, somos inocentes, somos el santo e inocente Hijo de Dios, el Cristo. Cuando  perdonamos dejamos ir, soltamos o damos; ya que no podemos dar, entregar algo si no lo soltamos, sino nos desligamos, desapegamos de  lo que sea  a lo que estamos apegados, por miedo a perderlo. En realidad  no hay nada que perder porque no hay nada separado de nosotros, pues todos somos Uno. Entonces lo aceptamos y sentimos lo que estamos sintiendo, sin interpretar, sin prestar atención a lo que el “ego”  diga, califique, etiquete, sin hacer historias; solo sentimos y soltamos. No sabemos porque estamos sintiendo eso,  ni lo vamos a averiguar; esto es sentir sintiendo (sin pensar) solo nos rendimos y lo entregamos. No lo aceptamos con resignación o porque toca, eso es del “ego”, es más de lo mismo, sino con  confianza y gratitud porque sabemos que lo que está sucediendo en el sueño es un regalo que nos está mostrando, qué debemos sanar, qué obstáculos debemos salvar, pasar por encima o por alto,  para poder experimentar nuestra herencia natural el Amor, la Paz y la Felicidad.

El segundo paso es observar la negación del “ego” a la Verdad o al Amor, somos conscientes de su intromisión,  y en ese momento se desvanece esa negación. Ahora el tercer paso ya está ahí, porque simplemente ha estado esperando por nosotros. Eso es la pequeña dosis de voluntad que se nos pide. No tenemos que hacer nada con el “ego” excepto observarlo y decir no va más. Con este paso negamos la falsa percepción que tenemos de la verdad. Y al hacer eso automáticamente  sucede el tercer paso.

TERCER PASO  Sanamos por la reinterpretación o corrección del Espíritu Santo

En los primeros dos pasos de este proceso requieren nuestra cooperación, en el tercero no. No damos el tercer paso nosotros, solo lo aceptamos. Tampoco el Espíritu Santo toma el tercer paso. El, es el Tercer paso. Ahora el Espíritu  Santo, el Yo Superior, el Ser, el Cristo, el Maestro Interno que ha estado y hemos sido siempre, solo que no éramos conscientes,  reemplaza, reinterpreta, reorienta, corrige, sana, esas imágenes que son proyectadas desde el inconsciente. El Espíritu Santo, que es el la memoria de Dios  en nosotros, reinstaura la Verdad o realidad de lo que somos reemplazando todas las imágenes de pecado, de culpa, de terror, de sufrimiento, de sacrificio, de victimización, de especialidad que creemos ver en el mundo en general o  en nuestro circulo  personal o más cercano, esas  imágenes que ha proyectado la mente “errada”, el sistema de pensamiento “ego” o “yo” falso, para sustituir al Amor que es lo que en realidad somos. La Expiación o  función del Espíritu Santo es la total re-orientación de como pensar sobre nosotros mismos, sobre el mundo y sobre nuestra convicción  en el especialísimo;  para darnos cuenta una vez más, que el mundo del tiempo y el espacio no es más que un constructo, invención o fabricación de nuestra imaginación, y por lo tanto no tiene sentido tratar de arreglarlo.

Esta práctica del perdón la debemos hacer no solamente cuando nuestra paz se vea amenazada, sino en todo momento, pues ella nos permite estar atentos de nuestros pensamientos, sentimientos y proyecciones, es decir;  a quién estamos siguiendo, si al Espíritu Santo o al “ego”. Nos entrena a estar vigilantes, alertas, conscientes en cada momento presente o instante santo, pudiendo así aprovechar nuestra experiencia vital al ciento por ciento, sin dejarnos distraer de la mente errada incesante y parlanchina.


Con esta práctica tan increíblemente simple, pero  que el sistema de pensamiento “ego” nos ha hecho creer tan difícil. Es que garantizamos la experiencia de lo que Un curso de Milagros llama, el sueño feliz, el estado previo al despertar, iluminación o salvación. Recordemos, lo que hacemos en un desierto es salir de él, no regarlo, ni arreglarlo. ¡Simplemente lo abandonamos! Y en el sueño, tampoco es cambiarlo, ni mejorarlo. ¡Simplemente nos despertamos!

(Porción de mi libro ETERNAMENTE AHORA. Capítulo El Perdón)

Paz y Amor, siempre!

Erwin Griego Pizarro
Life Coach

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